Según expertos, algunas actitudes básicas permiten al hombre ser un mejor padre; además, garantizarán que sus hijos sean felices y autónomos a la hora de tomar decisiones.
Esos padres que lo único que sabían enseñar a sus hijos es que los ‘machos no lloran’, que las niñas tienen que ser serviciales y obedientes con sus futuros maridos y que, además, delegaban todas las responsabilidades de la crianza en sus esposas, quedaron en el pasado. Los padres de las generaciones recientes se esmeran por asumir su rol a cabalidad, para formar personas autónomas, libres para actuar como mejor se los dicte su criterio, responsables y, más que todo, felices.
Aún así, pueden tener dudas y cometer errores en la formación de sus hijos. Cuando esto ocurra, deben tener presente que “para desempeñar cualquier actividad se requiere entrenamiento y les ayudará a tener presentes las actitudes claves que caracterizan a un papá 10. De esta manera, fortalecerán aquellas en las que tengan algún tipo de falencia”, comenta la sicóloga Gloria Casas.
1. Conocimiento
Es fundamental que el padre conozca a su hijo y sepa qué lo pone feliz, qué lo irrita, qué le da tristeza, qué lo complace, qué lo preocupa y qué lo desespera. Si no sabe de él todos estos aspectos y, además, desconoce sus necesidades, seguramente establecerá un esquema rígido en la relación con el pequeño. Aquellos padres que no solo conocen a sus hijos, sino que también son observadores y logran comprender por qué motivo o con qué objetivo el niño se comporta de determinada manera, pueden orientar mejor sus acciones para corregir los comportamientos inadecuados del niño.
2. Respeto
Un padre 10 comprende que el respeto se gana. Por eso, nunca grita ni le pega a su hijo; por el contrario, busca espacios y momentos adecuados para acercarse y conversar con él. Además, respeta la autonomía del niño y le permite realizar actividades por sí mismo. Para corregir alguna conducta del niño, evita la violencia física y sicológica, aunque le impone normas y le explica el motivo por el cual debe seguirlas.
“Ante este panorama, es posible asegurar que el respeto se aprende en la familia y se proyecta en la sociedad. Si el padre no logra enseñarle el valor del respeto en el núcleo familiar, el hijo no respetará a los demás y permitirá que los otros violen sus derechos”, sostiene la doctora Casas.
3. Estímulo
Un padre 10 estimula a su hijo para que confíe en sus habilidades, aprenda de sus errores y los acepte, para que crea en sí mismo. Este tipo de padre se encarga de resaltar no solo el resultado final de alguna actividad que realice el niño, sino también de su esfuerzo y progreso en el proceso de la actividad. Le dice a su hijo frases como: “Tú lo lograrás”, “Me gusta la manera en que haces tus tareas”, “Realmente agradezco tu ayuda”.
4. Afecto
Todos los niños necesitan una persona a quien querer y que los quiera. Es por esto que el padre que le expresa su afecto al hijo con caricias, besos, abrazos y/o palabras, está abonando el terreno para que crezca como un niño seguro.
5. Diversión
El padre ideal dedica tiempo a las actividades recreativas tanto en familia, como individualizadas con cada uno de sus hijos. Las dinámicas deben ser escogidas por los dos, asegurándose de que sea grata y placentera para ambos, porque si uno de los dos se siente incómodo o aburrido, la actividad no cumplirá el objetivo de integración y permitirá que la relación se afiance en la confianza y la complicidad.
6. Autonomía
El padre responsable permite que sus hijos aprendan a tomar decisiones, para que desarrollen independencia y confianza en sí mismos y, a su vez, aprendan a ser responsables. Por el contrario, aquel que está diciéndole constantemente qué debe hacer, que lo tiene que levantar en la mañana para que vaya al colegio, le hace las tareas y deberes, le abotona la camisa, le limpia los zapatos, le acuerda cuáles son los libros que debe llevar a las clases, etc., está malcriando a su hijo y robándole la posibilidad de ser independiente.
7. Comunicación
Tanto el padre como el hijo deben tener la disposición y confianza mutua para expresar abiertamente lo que sienten y piensan, sin temor a ser rechazados, esto constituye la base de la comunicación. “El padre que no permite la expresión de los sentimientos de su hijo no le está ayudando en el reconocimiento y movilización de los mismos. Esta situación puede afectar su capacidad para comunicarse y reconocer en sí mismo y en los demás los sentimientos que están detrás de lo que se dice, perpetuando una actitud en la que las emociones se ignoran o se retienen porque no se pueden expresar”, dice la doctora Casas.
8. Enseña a resolver problemas
El padre que ayuda a su hijo a explorar las alternativas para solucionar un problema y se compromete con la solución que eligió, está haciendo honor al adagio popular que dice: ‘Es mejor enseñar a pescar que regalar el pez’.
El padre que no enseña a resolver problemas, sino que impone la solución, propicia la dependencia de su hijo hacia él; lo cual no le permitirá ser un adulto que enfrente y resuelva las situaciones que le planteen la vida con independencia y firmeza.
9. Responsabilidad del hijo
El padre que establece límites y normas en la casa, que permite que los hijos decidan qué hacer y que asuman las consecuencias de sus actos, propicia actitudes responsables en sus pequeños. Los padres que evitan que sus hijos afronten los efectos de lo que hacen, propician la irresponsabilidad y el bajo compromiso con su comportamiento.
10. Aceptación
Los padres deben aceptar a sus hijos tal como son. Aunque seguramente los pequeños tendrán defectos que los padres querrán corregir y cambiar, deben ser conscientes de que hay algunos rasgos de la personalidad que se van manifestando desde la infancia y que no deben cambiarlos. Tampoco debe compararlo con otros niños. “Esto permitirá crezca mentalmente sano y con buena autoestima. Así, estará preparado para asumir con responsabilidad los retos que la vida le plantee”, concluye la doctora Casas.
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